Nadie puede evitar envejecer, pero lo que sí podemos hacer es luchar contra los “síntomas del paso de los años” e intentar retrasar su aparición en la medida de lo posible.
Es nuestra elección ponernos en movimiento o dejar que la pérdida de funcionalidad nos gane terreno en nuestro día a día.
Se puede tener el concepto erróneo de que por “estar delgado”, no es tan necesario hacer deporte. Pero hay muchos estudios que verifican que existe una mayor mortalidad en personas sedentarias con un bajo índice graso, que en personas con sobrepeso pero que son físicamente activas. Principalmente debido a enfermedades que el ejercicio físico puede prevenir (cardiopatías, enfermedades respiratorias…)
Decididos a realizar actividad física nos enfrentamos a dos opciones: Deporte-salud o Deporte-rendimiento.
En la primera, se parte con la idea de practicar actividad física evitando intensidades altas que exijan gran esfuerzo. Sin embargo en la segunda habrá que conocer en qué aspectos se quiere obtener los mejores resultados para adaptar la intensidad a la mejora y optimización de mis capacidades.
Podríamos así diferenciar dos maneras de practicar actividad física, incluyendo en cada una, beneficios o aspectos negativos a considerar:
“Deporte Salud”: este tipo de entrenamiento sería principalmente de una intensidad cardiorrespiratoria media-baja, uniendo ejercicios de mayor intensidad de forma esporádica y sobre todo, un trabajo adecuado de fuerza y movilidad.
Efectos positivos: reduce el proceso de degradación de las células (envejecemos “mejor”), regula la presión arterial, ayuda a mantener la densidad ósea; fortalece músculos, tendones y ligamentos, mejora el sistema inmunológico y la esperanza de vida y reduce el estrés.
Efectos negativos: si no se realiza bajo la supervisión de un profesional cualificado puede resultar incluso perjudicial el practicar actividad física, provocando lesiones o desajustes que, en lugar de hacernos mejorar, vayan en detrimento de nuestra salud.
“Deporte de Rendimiento o Competitivo”: el objetivo fundamental consiste en mejorar al máximo determinadas capacidades físicas en función de la modalidad deportiva que se haya elegido. La realización de este tipo de actividad necesitará de una planificación cuidada de cargas de todo tipo de intensidad, influyendo decisivamente las de exigencia alta, cuidando también la fuerza y el trabajo de movilidad.
Efectos positivos: se puede llegar a reducir el proceso de degradación celular (gracias al efecto de la ruptura muscular que supone una posterior regeneración y adaptación fisiológica). Se produce un mejor acondicionamiento de las capacidades físicas que en el caso del deporte-salud, así como de la capacidad cardiopulmonar. Además, este tipo de actividades suponen un alto gasto energético (permitiendo controlar mejor el peso) y se libera una gran cantidad de endorfinas (hormona de la felicidad), que facilita el mantener un ritmo vital alto y positivo.
Efectos negativos: se produce un alto desgaste músculo-articular, que puede derivar en problemas osteoarticulares, aunque se ven compensados en muchas ocasiones por la protección muscular que deriva de la actividad que se ha estado desarrollando.
Además, el sacrificio que implica en cuanto a tiempo y esfuerzo que hay que dedicar al entrenamiento pude suponer un perjuicio para otras actividades sociales.
Ambas formas de plantear la actividad física, ya sea por salud o por rendimiento, tienen como clave la intensidad y la individualización.
Por tanto, la actividad física de alta intensidad puede ser adecuada en ambos enfoques (objetivo salud u objetivo rendimiento), si bien, se debe tener en cuenta la premisa de la individualización.
Por ejemplo, para una persona con bajo nivel físico, puede ser “alta intensidad” el realizar tramos andando a ritmo normal y otros andando rápido. En cambio, para un atleta, esto sería realizar 4 series de 1000 metros en un tiempo límite. Lo mismo ocurriría con el entrenamiento de fuerza, para una persona de edad avanzada realizar 10 sentadillas, puede suponer a un esfuerzo de dificultad alta pero con el mismo resultado que un atleta que realiza el mismo ejercicio de sentadilla pero con el doble de su peso.
En conclusión, una buena planificación de entrenamientos, adaptada e individualizada a nuestras circunstancias personales, puede unir ambos objetivos y lograr nuestro máximo desempeño de una forma saludable.
En definitiva, quedémonos con que lo importante es mantener un estilo de vida físicamente activo, donde el “Deporte de rendimiento” pueda tener cabida para la mayoría de personas, aportando una serie de ventajas muy a tener en cuenta.
JOSE ANTONIO ALCARAZ
DAVID MANZANO
ALFONSO HURTADO
ALFONSO HURTADO
La opinión de Murcia: Un blog de GRUPO ALCARAZ ¡Entrenamiento, educación y running!